Soy

Soy la pianista Sera Yoon

Comencé a tocar el piano por pura casualidad. Mis padres, que gestionaban una pequeña tienda de conveniencia en Corea, estaban bastante ocupados, así que terminé inscribiéndome en una escuela de piano en el piso de arriba. Tenía solo cinco años en ese momento. Aunque no fue una decisión mía, jamás imaginé que este instrumento se convertiría en mi gran amor. Incluso en los días en los que me sentía mal y no podía ir al colegio, nunca dejé de asistir a las clases de piano. Jaja 🙂

Como bien sabes, en Asia, y particularmente en Corea, la competencia educativa es extremadamente alta. Fue en este entorno donde estudié piano. Sin embargo, no fui una de las estudiantes que siguiera el llamado “camino elitista”. La mayoría de los estudiantes que se dedicaban a la música pasaron por ese proceso, pero yo solo tomaba clases con un profesor y, antes de eso, asistía a una pequeña academia local. A pesar de las dificultades, el piano se convirtió en mi verdadera vocación, y gracias a ello, tuve la oportunidad de conocer a estudiantes en México.

Mis maestros más influyentes, en su mayoría, estudiaron en Estados Unidos, mientras que el pequeño maestro que más influyó en mi práctica, proviene de Europa. Si no hubiera sido por su influencia, probablemente habría dejado el piano. Si no hubiera sido por su influencia, tal vez habría dejado el piano. Entre los estudiantes que seguían el proceso elitista, mi talento intermedio no parecía tener mucha relevancia. Sin embargo, mis maestros siempre me decían: “No importa cómo aprendieron los demás, lo que importa es seguir tu propio camino con determinación”. Recordando siempre esas palabras, cada vez que vacilaba, seguía practicando con perseverancia. Con el tiempo, comencé a participar en diversas actividades de interpretación y, más adelante, llegué a ofrecer más de 100 horas de clases al mes.

No puedo olvidar la sensación de orgullo que sentí al ingresar a la universidad con honores y mantener esos honores hasta graduarme. Aunque no siempre estuve sonriendo para lograr ese resultado, tal vez fue el caminar entre lágrimas y sonrisas lo que me permitió crecer. No todo fue perfecto mientras atravesaba concursos, música de cámara, recitales y lecciones, pero fue la actitud de “no rendirse” lo que me hizo más fuerte a lo largo de todo el proceso.

Mi enseñanza se basa principalmente en el sistema educativo de Corea y las técnicas de interpretación de los músicos coreanos. Al ver que muchos músicos formados exclusivamente en Corea han logrado ganar y destacar en prestigiosos concursos internacionales, creo firmemente que el sistema educativo musical coreano tiene ventajas claras. Estoy profundizando en esos aspectos y deseo combinar mi experiencia y habilidades para transmitirlos de la mejor manera posible a mis estudiantes.